Quizás eran sus manos.

 ¡Un pequeño fragmento dramático!

Aprovechando que estamos en octubre, el mes del miedo.

Feliz jalojei :3 (No es 31, pero por si acaso.)


Nota de autora: 

No pensé que iba a escribir por dos días seguidos, pero aquí me tienen.
Estaba organizando cosas en pinterest hasta que me encontré una foto de unas manos cuyos dedos eran negros, y tenían una degradación de color, las cuales las hacían ver lindas, pero también, inquietantes.
Entonces me inspiré, y escribí la siguiente escena intensa, es una lectura fácil pero lo que me parece difícil es encontrarle el significado a la lectura, entonces, para ahorrarme las confusiones, voy a dejar el significado al final de la escena, en otra nota de autora.
¡Me alegro mucho de volver a escribir de nuevo! Se sintió renovador escribir esto, ya que también sentí cómo si fuera un desahogo sincero, aunque la escena refleja un sentimiento de desesperación inmensa, me gustó mucho describirlo.


Me encontraba sentada en una vasta y diversa biblioteca, donde las personas de todas clases se cruzaban. Tomé un libro "best seller" y me dirigí a mi solitaria silla. Crucé las piernas, leí la portada, abrí el libro y deslicé mi dedo húmedo sobre las páginas, sumergiéndome en un mundo distinto al de la realidad. Mi mente se nubló, mi concentración total en la lectura. Me preguntaba si podría haber una conexión más íntima que la de un libro y su lector.

Un ruido procedente del asiento de adelante llamó mi atención. Levanté la mirada y me encontré con un joven alto, aproximadamente de 1,70 cm, leyendo el mismo libro.
"Qué coincidencia", pensé. Era un libro "best seller" y su popularidad estaba en auge. El chico era esbelto, con un pecho que sobresalía en su camisa blanca, tan fina que parecía un vestido de verano blanco. Sus manos abrían las páginas del libro con precaución, y eso llamó mi atención.

Sus manos eran inusuales, con dedos largos y uñas excesivamente largas, un 70% de sus manos eran de un color negro oscuro, excepto la palma, que seguía siendo pálida. Me intrigó el misterio de sus manos, pero decidí no entablar una conversación para evitar una charla incómoda.

Un nuevo sonido perturbador resonó en la biblioteca, a pesar de su inmensidad. El chico estaba apretando el libro con fuerza, causando un ruido irritante. Me pregunté si sus manos eran las culpables de ese comportamiento. Eran tan largas que parecían incapaces de sostener un libro adecuadamente.

Finalmente, el joven se levantó y regresó al estante donde había tomado el libro. Suspiré de alivio. Pero luego sentí pasos acercándose por detrás, rápidos y el roce de sus largas uñas sobre mi hombro. Mi espalda se arqueó cuando me encontré con su rostro a centímetros del mío. Sus ojos negros me miraban con intensidad, y su aliento en mi oído me estremeció.

Mis palabras se negaron a salir mientras él murmuraba: 
- "Me avergüenza que me observes con esa mirada tan juzgadora". Mi corazón se detuvo momentáneamente, y sus palabras me dejaron desconcertada. ¿Quién era este hombre y por qué me miraba de esa manera?
- "¿Cómo te miraba?" Le pregunto. El chico suelta una leve carcajada, dice que no puede explicarlo, que quizás me molestaría.
- "Creo que me mirabas de la misma manera en la que yo te miro a vos, si me entendés." 
Mi respiración se vuelve intranquila, estoy tan nerviosa que no sé ni dónde estoy parada. Una ola de inquietud pasa por mí y me arrastra hasta llegar a mis pies. ¿Qué se supone que le debo de decir? ¡Realmente no entendí a lo que se refiere! 
Me volteo, agarro un separador y lo pongo en la página que estaba leyendo, cierro el libro y lo pongo en la mesa, me volteo de nuevo y él sigue en la misma posición, al ser tan alto, tengo que levantar mi mirada de nuevo.
- "¿Realmente no me reconocés?" Me pregunta.
- "No, no, perdón..." Digo, tartamudeando de los nervios.
- "Era de esperarse, estoy un poco cambiado luego de esa etapa depresiva que tuve, pero ahora, todo bien. Te voy a dar unos segundos para averiguar quién soy, dale, que no es tan difícil." Lo dice con toda la picares del mundo, y se pone la mano en la parte trasera de la cabeza, riéndose
- "¿Eh?" Le digo, con un tono confundido
- "Cursamos la secundaria juntos, y fuimos novios por dos años, ¿En serio no lo recordás?" Me dice, con un tono frustrado.
- "Sentáte, me gustaría hablarte más." Le digo, señalando a la silla dónde el estaba anteriormente sentado, asiente la cabeza y se redirige a la silla. En ese exacto segundo en el que estaba caminando, lo ojeé de piez a cabeza, realmente no recuerdo a este chico, pero sí recuerdo a mi novio de secundaria, un chico no tan pálido cómo el, de ojos marrones, no negros, y manos largas, cómo las que tiene, la razón por la cual terminamos fué tan asquerosa que simplemente desearía no recordarlo.
- "¿Qué te pasó?" Un tono preocupado de voz, también de pensamiento, me invade, quiero saber más sobre el.
- "Ya te lo dije, luego de la etapa de depresión, decidí renovarme cómo persona." Me dice, pasándose esas extravagantes uñas por los cachetes, girando su cuello sutilmente para la derecha, haciéndose el distraído.
- "Por dios, ni siquiera sabía que eras vos." Traté de sonar más aliviada, pero aún así, la intranquilidad no abandonaba mi mente.
- "¿Me veo más lindo, no?" Se ríe.
- "Sí, pero también es preocupante verte así. ¿Estás bien? Hace años no te hablo." Suspiro.
- "Todo normal, ¿Y vos?, ¿Fuiste capaz de conseguir una pareja luego de todo lo que te hice?" 
Sus cejas se bajan un poco, y pone su mano en su mejilla, como si me estuviera evaluando. Recuerdo que antes de ser pareja, este chico estaba completamente obsesionado conmigo, me seguía a todos lados, sabía mis rutinas exactas, mi círculo de amigos, familiares, y todo esto me lo contó cuando él estaba en lo más bajo de su vida. En ese momento se había puesto de rodillas pidiéndome perdón por lo que me hizo, pero jamás lo perdoné, y decidí abandonarlo cuando él estaba al borde de cometer un acto atroz consigo mismo. Se sintió como si hubiera intercambiado lugares, y la persona que estaba en la línea de fuego era él y no yo. Cuanto más aliviada me sentía sobre mí misma, jamás me tomé el tiempo de preocuparme por él, y solamente huí a los 7 meses de estar en una relación. Terminó internado por un año completo, y oí que no lo dejaban salir del hospital. Estaba en cuarto año de secundaria, él se tomó un año sabático y nunca lo fui a visitar. Ya cuando había terminado de cursar, nunca más lo volví a contactar, y entré a la facultad.
- "No, prioricé mis estudios y no mis relaciones interpersonales, y tampoco me arrepiento de haber hecho esa decisión." Le digo, con un tono serio.
- "Ah, vos, la misma de siempre, tenés 25 años y aún seguís teniendo esa mirada en la vida, ¿No notás que vas a morir sola si seguís así?" Levanta una ceja, cómo si me estuviera juzgando, ¿qué onda con este cambio repentino de actitud? Hace 10 minutos se me hacía el lindo, y ahora me está juzgando.
- "No me interesa todo eso, quiero tener una vida dedicada al trabajo, llamame aburrida, pero yo voy a prosperar, no cómo otras personas." Haciendo referencia a su estabilidad mental, y que fué incapaz de progresar luego de su depresión severa.
- "Tus palabras siempre me lastimaron." Pone una carita triste.
- "Vos querés escuchar lo que te conviene, y además, ¿qué pasó con tus manos? Le pregunto.
Hubo una pausa larga, demasiado larga cómo para ser verdad. 
- "¿Querés contarme?" Rompo el silencio, pero aún así, él deja de hacer contacto visual conmigo, y el pequeño brillo de sus ojos negros, se desvanece completamente, siento que crucé una línea que no debería de haber cruzado, pero es que estoy tan inquieta para saber, que no puedo simplemente ignorar semejantes manos, dignas de ganar un oscar en una película de terror, no digo que sean horribles, sino que, me transmiten un sentimiento de miedo. 
- "No pasó nada." Me dice.
- "Si no querés contarme, está bien, sé que fué algo repentino." Suspiro, y lo dejo pasar.
Se levanta de la silla lentamente, respira y me dice;
- "¿Te gustaría empezar de nuevo? Cómo amigos, digo yo, pasaron ya unos 7 años, ¿me seguís guardando rencor?" Me pregunta
- "No, no quiero ser tu amiga." Con toda la sinceridad del mundo, mi tono normal de voz cambia a uno serio y seguro.
"Vos me das miedo, no quiero volver a verte, no voy a dejar que me lastimes de nuevo, quizás son tus manos, no sé qué es lo que me da tanto miedo y tanta desconfianza de ti, el hecho de que hayas venido a la misma biblioteca que voy una vez por semana al salir de mi turno laboral, que hayas elegido el mismo libro, que te hayas sentado en la misma silla. Recordá que esta biblioteca es gigantesca, ¿cómo sabés que siempre me siento en el mismo lugar? ¡Y aún sigo pensando que es por tus horripilantes manos!" Hago gestos de confusión, me agarro la cabeza y suspiro.

"No quiero volverte a cruzar en mi vida, aléjate de mí." Observo directamente hacia sus ojos, se dilataron de una manera muy notable, su retina se expandió, y eso me dejó la piel de gallina de nuevo.
- "Me hiciste perder la fe en la feminidad, pero, acepto lo que vos me decís." Sus ojos dilatados no parpadean, y se queda completamente inmóvil, en una posición un poco extraña, su espalda tan erguida se dobló completamente para adelante, mirándome de aún de más cerca.
- "Recordá que vos sos igual de mierda que yo." Me dice.

Me siento profundamente ofendida, así que recojo mis cosas apresuradamente, con un único pensamiento: escapar inmediatamente. La sensación de peligro me embarga, mi corazón late desbocado y mis manos tiemblan. Guardo rápidamente mi celular y pertenencias mientras un gigante me observa con ojos que me recuerdan a un depredador acechando a su presa.

Me levanto de la silla y comienzo a caminar, casi corriendo, dejando el libro en la mesa sin preocuparme por guardarlo. Escucho sus pasos acelerados detrás de mí, sin llegar a bajar las escaleras antes de que agarre mi mano izquierda. Mi mano derecha sujeta firmemente mi cartera, como si temiera que intentara robármela.

Me detengo y siento su mano helada apretando mi muñeca con fuerza, sus uñas raspan agresivamente. Estoy temblando, paralizada por el miedo. No puedo moverme, no quiero volver a mirar atrás. Su agarre es tan fuerte que me impide cualquier movimiento, y el terror me oprime la garganta, dejándome sin palabras ni aliento. Su aliento en mi nuca y sus dedos afilados amenazan con perforar mi muñeca, al menos eso es lo que siento. Esos dedos negros parecen haber absorbido la tinta china y nunca la soltaron, acarician mis manos pequeñas.

- "Date vuelta", dice con una voz grave que parece la de un fumador.

No, no quiero voltear, necesito ayuda.

- "Por favor, date vuelta, prometo no volver a molestarte", dice en un tono más cálido, pero su voz sigue siendo grave y serena.
Tengo tanto miedo de voltear, mi piel está pálida y me quedo inmóvil mientras este individuo detrás de mí suplica que lo mire. Finalmente, reuní el valor para girar la cabeza y lo veo. Su rostro no refleja la luz brillante de la biblioteca; está completamente desfigurado, con pupilas dilatadas y sin rastro de pelo, piel o carne. Es como un agujero negro que absorbe todo a su paso, sin boca y con solo ojos. No puedo creer lo que veo. Mi rostro de horror no puede describir el miedo que siento en ese momento. Este individuo no es mi novio, no tiene identificación, no sé quién es; no es una persona.

- "Aunque no tengo boca, te estoy sonriendo. Hola, corazón", dice con una voz tan profunda que apenas puedo entender lo que dice. No tiene boca de la que provenga esa voz, simplemente surge de él. Mi mente se nubla, no puedo creer lo que estoy viendo.

- "¿Quieres abrazarme?", me pregunta, y sus pupilas se vuelven a dilatar, pero esta vez se contraen tanto que apenas puedo verlas. 
Estoy demasiado asustada para decir una palabra, no hay nadie alrededor, y la brillante luz de la biblioteca se desvanece, concentrándose en él. ¿Debería abrazarlo? ¿Podré regresar a casa con seguridad? ¿Volveré a confiar en los hombres después de escapar de esta situación? ¿Podré volver a amar? ¿Me creerán si cuento esto a alguien?

Mil preguntas invaden mi mente, y no puedo pensar con claridad ni tomar una decisión. Finalmente, cedo, me desprendo de su mano y, en lugar de huir de inmediato, abro mis brazos y lo abrazo. Es tan grande e intimidante que parece como si estuviera abrazando la nada. Sus ojos siguen mirándome, aunque están en mi espalda. Cierro los ojos, asustada, y me dejo guiar por el sentido del tacto. Siento que no estoy abrazando nada en realidad, cómo si fuera un peso muerto, pero cuando abro los ojos, seguimos abrazados. Mi capacidad para respirar disminuye y el hormigueo en mi cuerpo no desaparece. Sus uñas largas acarician mi espalda, y luego, se separan por un momento. 
Siento como si una aguja gruesa atravesara mi espalda, mientras escucho un sonido similar al de agua espesa goteando en el suelo. Es un ruido extraño que no puede ser interrumpido. En ese momento, las brillantes luces de la biblioteca se apagan, y aunque tengo los ojos abiertos, no puedo ver nada. El hormigueo y los nervios me ayudaron a no sentir tanto dolor cómo yo pensé que iba a sentir, no siento mis manos, no veo mis manos, no veo su cuerpo,  no veo absolutamente nada, me encontraba haciendo tanta fuerza con los ojos, que parecía que se me iban a salir de la cara, y aún así, no podía ver absolutamente nada, lo veía todo apagado, oscuro, negro, cómo cuando cerrás los ojos para ir a dormir.  Comienzo a toser, y el sonido del agua espesa continúa cayendo. Siento que las agujas siguen perforando mi espalda, yendo cada vez más profundo, pero evita dañar mis órganos vitales. Sigo tosiendo y él me abraza con más fuerza. No puedo respirar y me estoy asfixiando. Finalmente, mis ojos comienzan a funcionar y veo algo, un chorro de sangre que fluye desde mi cabeza hacia mis ojos. No puedo moverme ni parpadear, solo veo dos uñas negras y dos dedos índices emergiendo de mi cabeza. La sangre fluye violentamente por mis ojos, como si estuviera bañándome en agua caliente con los ojos abiertos. Siento que no estoy respirando, todo se vuelve rojo y transparente. Rápidamente, él retira las agujas y la sangre brota por todas partes. Me deja de abrazar y me arroja brutalmente contra el suelo. Se queda de pie, erguido y se inclina para agarrarme del cabello. Apenas puedo ver su rostro desfigurado y sus ojos enigmáticos y penetrantes. Mi último pensamiento antes de morir es sobre qué pasará cuando encuentren mi cuerpo. ¿Encontrarán las agujas que me incrustó? Entonces, una posibilidad cruza mi mente, que está partida en dos y sigue sangrando: 

Quizás eran sus manos.

Me levanto de la cama del hospital, con una gasa alrededor de la frente, vestida completamente de blanco, en un cuarto el cual también abundaba el mismo color, un catéter en mis venas, y mis pensamientos abrumándome.
Alguien toca la puerta, me pongo alerta, escucho el sonido de unas llaves. Yo no podía moverme, estaba atada a mi cama.
Entra una enfermera, una sonrisa de oreja a oreja, un equipo de protección, barbijo, pelo atado;

- "Acá está tu medicación, querida, por favor, no te olvides de tomarla de nuevo." Me dice, con una mueca de felicidad.

Me la quedo mirando, estoy tan confundida, no sé ni qué pasó. No puedo hablar, mi boca se mueve, pero mi voz no sale.

- "Gritabas mucho, tuvieron que sacarte algunas cuerdas vocales." Dice, y mira para otro lado.

- "¿Vos recordás porqué estás acá? Tenés depresión severa, y también sos psicótica, vivirás toda tu vida aquí." Me dice, con su acento marcado colombiano, claramente no era de por acá.

Me deja la medicación en la mesa, me saluda, y se va.

¿Qué se supone que tenga que hacer en este cuarto, yo sola?
¿Por qué estoy acá? Yo soy una chica sana, no debería de por qué estar acá.

El que debería de estar acá es el...

El...

¿El?

¿Quién?

¿Qué?

En el cuarto blanco, donde la luz del sol alumbraba por todos lados, pero aún así, las ventanas no eran capaces de reflejarlo, en la esquina, cerca de la puerta del baño, lo veo de nuevo, me lo encuentro otra vez, esas uñas tan largas, esas manos tan asquerosas, esa cara desfigurada que solía ser un humano no identificado.

- "¿Quién sos vos?" Grito con todas mis fuerzas, pero solamente sale una voz demasiado baja, recuerdo que me cortaron las cuerdas vocales, asombrada de que siquiera me salga una voz.

-"Yo soy lo que está en tu cabeza."

-"Me estás matando." Grito de nuevo.

"¡Esa es la idea! Y no, no te permitiré escapar. Este mundo tuyo, no es más que una ilusión, y yo nunca desapareceré."

Siento de nuevo cómo sus uñas rasgan mis hombros en la lúgubre cama del hospital psiquiátrico, y me empujan hacia atrás, atravesando la cama, perforando el suelo. En este momento, me he transformado en... ¿un espectro? No lo sé con certeza, solo sé que soy la nada, una mera sombra sin sentido, sin ningún propósito.

Todo lo que alguna vez sea, no será la autenticidad que anhelo, y jamás alcanzaré la verdad.

Él seguirá acechándome a lo largo de mi atormentada existencia, y si no es él, entonces...

Quizás sean sus manos, las que me arrastrarán al abismo de la eterna desesperación.

Fin.


Nota de autora: 

Me quedé unas 3 horas escribiendo esto porque no sabía cómo expresarme correctamente en el final, y tuve que leerlo unas 4 o 3 veces para asegurarme de que no hayan faltas ortográficas, fué un dolor de orto escribir esto pero también me encantó.

Ahora, con respecto al significado del fragmento dramático:

El significado del texto se presenta en forma de metáfora, y es de libre interpretación para cada lector.

La protagonista de nuestra historia es una joven de 25 años que lucha contra la depresión y la psicosis.

La historia comienza con su presencia en una "biblioteca", donde luego se encuentra con un chico que se ha transformado en una figura inquietante y perturbadora. La clave de la historia es que este chico representa la depresión de la protagonista personificada. La conversación entre ellos refleja los diálogos internos de la protagonista, ya que se encuentra en un hospital psiquiátrico, aislada de su familia y sumida en la soledad. Su única forma de enfrentar su lucha mental es a través de las conversaciones con su propio cerebro, personificadas en la figura de este chico, que no es otra cosa que su depresión encarnada.

Vale la pena destacar la conversación entre la protagonista y este chico, donde ella revela que ha dedicado su vida a los estudios sin remordimiento alguno. Sin embargo, el chico, que es una manifestación de su depresión, la cuestiona y le advierte que esta perspectiva la llevará a la soledad y la autodestrucción. También se menciona cómo la protagonista y el chico se miran "de la misma manera," subrayando que no hay una distinción clara entre la protagonista y su lucha interna con la depresión. Llegan a la dolorosa conclusión de que la protagonista no tiene un futuro próspero y está atrapada en su propia desesperación. 

Además, la línea "Era de esperarse, estoy un poco cambiado luego de esa etapa depresiva que tuve, pero ahora, todo bien" alude a cómo su mente ha experimentado un cambio drástico después de un intento de suicidio previo a su ingreso en el hospital psiquiátrico. A medida que profundizamos en la historia, nos damos cuenta de que la historia del chico es en realidad un reflejo de la historia de la protagonista, incluyendo su experiencia pasada con una pareja que la llevó a renunciar por completo a las relaciones románticas.

La línea "Tus palabras siempre me lastimaron" refleja cómo estas conversaciones con su propia depresión a menudo se vuelven negativas, dejando a la protagonista con una sensación de malestar consigo misma.

La parte más intensa de la historia ocurre cuando el chico se desfigura y busca un abrazo. En lugar de huir, la protagonista abraza su propia depresión y desesperación, aunque eso le cueste la vida. Esta elección hace que el chico se convierta en un ser "no identificado" y, con sus largas uñas, perfora la mente/cabeza de la protagonista por siempre, llevándola a un episodio de psicosis.

Cuando se menciona la psicosis con la línea "Este mundo tuyo, no es más que una ilusión, y yo nunca desapareceré," se resalta la confusión de la protagonista. Ya no puede discernir entre lo real y lo irreal, y tampoco tiene la más pálida idea de dónde ella está. Esto se refuerza aún más cuando la enfermera entra en la habitación y le recuerda a la protagonista que tome su medicación, revelando que la experiencia en la biblioteca fue un episodio psicótico causado por la falta de medicación, y que ella gritaba descontroladamente por miedo a morir.


En el final, el texto podría ser interpretado cómo una exploración a la psicología humana, y las maneras en las que enfrentamos nuestros propios miedos y traumas, o también puede ser una reflexión a los mecanismos de la mente para lidiar con problemas mentales. La confusión, el miedo y la ansiedad de la protagonista son elementos centrales que sugieren una lucha interna para comprender y enfrentar el pasado y sus efectos en el presente.

Mirá lo que puede escribir una fan de Héctor Hugh Munro, me sorprendí a mí misma con el significado profundo de este fragmento dramático.

Me gusta mucho leer sobre la psicología, aunque, esta es mi primera vez escribiendo sobre ella, ya que, generalmente escribo poemas o exploro sentimientos con entornos felices y positivos, jamás exploré las enfermedades mentales, ya que es un tema un poco delicado para mí, pero hoy, fué distinto. Me alegro mucho del resultado, y me alegra también que el significado tenga sentido.

Sin nada más que decir, cierro la nota de autora.



Comentarios

♡