"Mi ánimo yace inerte, acechando sombras,
los sonidos se amplifican, un amor estival.
¿Dar todo? ¿Merece la pena?
Si la rebeldía libera, ¿por qué está tan mal vista?
Al cruzar el umbral, flores perladas por el rocío,
toco como antaño tu piel, bajo el sol,
el reflejo de mi cara en las gotas.
No me reconozco."
La simplicitud de la vida puede parecernos extraña, las relaciones complejas, el deseo de pertenecer, eran estructuras sociales las cuales todos vivíamos y también éramos obligados a sentir o experimentar.
Ver ese sentimiento partir, y pensar que realmente iba a ir a algún lado, observar el tiempo pasar, pretendiendo que él no sabe nada, pero cómo pásamos la página con los dedos, también revelamos un nuevo capítulo, es la revelación, la rebeldía, al darnos cuenta de que nada está asegurado, menos que la muerte. Es esa adrenalina que nos corre cuando somos un animal en una jaula, esperando a ser liberados.
También, la desesperación de no saber, las cosas tan mundanas aún así resabiadas en nuestro día a día, la desesperación, el corazón y la mente.
Pueden llegar a fallar, pueden llegar a encontrarnos en un lugar incorrecto, donde la razón y el sentido dejan de ser tan importantes para nosotros, y la actitud innata de animales, se revela. Somos muy fuertes, aún así, tan sensibles, capaces de destruir, pero también, de crear.
El margen de error nos da miedo, el fallar es algo horrible, y la desesperación viene cuándo nuestro corazón y nuestra mente tampoco sabe qué hacer, quedamos nosotros, nuestra alma, quizás, el cual guiaría nuestro ciego camino en el umbral de la incierta perdición, pero la determinación, a piel carnosa, sigue estando como cuchillos semblantes, en nuestra espalda, aún así no desangrándonos pero dándonos un dolor el cuál ya estábamos acostumbrados a experimentar. Nuestras caras, se desfiguran, y nuestro roce, nos da miedo.
Era como anillo al dedo, el sentido de irreconocimiento personal, que quizás, algo tan humano cómo la religión, podría volver a darnos esa sensación de inocencia del que tanto carecemos.
Y el verlo todo, no vale la pena. Que en nuestro pequeño mundo, entren las cosas más importantes, no las innecesarias. Que también, el rebuscar en la nada, nos puede darnos una de las emociones más fuertes, la seguridad. Asegurarnos de que algo es o no es de esa manera, puede ser engañoso y aún así, muy increíble. Podemos estar al tanto de algo, pero a la vez, pensar que las consecuencias no serán tomadas.
Ese acto de sociopatía también nos marca un poco como personas sucias, que al jugar las cartas, las esconden para ganar más rápido. Al final del juego, el único feliz en la mentira serás tú.
Era irreconocible, en las gotas podía ver algo, pero estaba borroso. Se suponía que esa tenía que ser yo, pero, ¿Realmente lo es? ¿O quizás estoy pretendiendo cómo todas las veces? Cerré la puerta y me tragué la llave, para luego correr viendo mis propias huellas al darme vuelta, pero también, arañándome la cara del arrepentimiento, el deseo de sufrir cómo sufrieron todos los demás alrededor mío, no se sentía placentero para nada, era la única vez en mi vida que pensaba en general, desear sacrificarme por alguien. Algo que también nos diferencia de los animales.
Va a llover mañana, y las gotas, son del mismo color que mis lágrimas, e igual de rápidas que los latidos de mi corazón al tratar de ver lo imposible, y esa reflexión de una máscara que no siente nada especial, para luego envolverse como papel de diario viejo, ¿Saldría de nuevo a brillar con sus alas de mariposa? ¿O quizás el velo de bodas la hará irreconocible? No estaba tan segura.
Y aún así, seguía adelante.
Con el cuello marcado.
Ya que el sol, iluminaba las flores, y el olor, me hacía recordar al de esas dulces manos que me acariciaban, y también, me ahorcaban. Ese ahogamiento era mi lugar en el mundo, y no me quejaba.
Ya que, soy mejor que esto.
Y pretendo que todo es mío, siempre.
Es común que nos cuestionemos la esencia de la vida, el tejido de nuestras relaciones y la búsqueda de un sentido de pertenencia.
En ocasiones, la simpleza se antoja extraña en un universo saturado de complejidades.
La incertidumbre y el temor al fracaso pueden abrumarnos, pero hallamos fortaleza en nuestra bella sensibilidad.
La búsqueda de significado y la lucha por la autenticidad constituyen elementos fundamentales de nuestra experiencia humana.
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